viernes, 26 de febrero de 2016


El problema con las pedagogías progresistas actuales, es el de la distribución desigual de ese “recurso vital” que es el conocimiento.

Jorge Larrosa, 1996.

 

Lo que Jorge Larrosa nos propone principalmente en el texto “La experiencia de la lectura”, es pensar en la lectura como formación y en la formación como lectura.

 

Con respecto a los problemas de la educación actual, que van desde un deficiente sistema de educación, hasta las grandes brechas de desigualdad y privilegios entre algunos individuos, el autor nos invita a considerar la lectura como formación, en el sentido de verla como una actividad que depende en su mayor parte del lector, y que para que esto se pueda lograr es necesario que como sociedad logremos des-familiarizar las evidencias de la pedagogía dominante, aquella que está actualmente en una crisis humanística, en donde la educación tecno-científica ha impuesto la abolición de la biblioteca como aquel espacio único e irreemplazable de la formación y la educación. No obstante, pienso que el punto clave seria resaltar la importancia de la lectura en el proceso formativo.

 

Frente a uno de los principales planteamientos de Larrosa, considero que toca un punto bastante importante: el de la tecnología, y el de cómo esta está cambiando la forma en la que aprendemos y nos enseñan; no estoy en contra de este tipo de “ayudas y avances”, sin embargo comparto que el espacio de la lectura y escritura a través de textos, y así mismo bibliotecas, es algo irreemplazable y que deberíamos repensar la forma en la que la educación humanística está siendo reemplazada.

 

Por otra parte, Larrosa plantea que para poder “acabar” y avanzar en esta problemática educacional debemos hacer que “todos tengan acceso al conocimiento entendido como una cosa que hay que repartir de forma igualitaria, que no haya apropiación restringida, y que no sean solo unos pocos los que se apropien de él para su exclusivo beneficio” (Larrosa, 1996). Pero para que lo que el autor propone, pueda ser logrado, esta actitud de cambio debe empezar desde nuestras raíces, no podemos pretender que sean solo unos pocos quienes tengan la iniciativa y las ganas de transformar la lectura como formación y la formación como lectura, no basta que quienes quieran esto sean solo los perjudicados, esto haciendo referencia a aquellos quienes el autor considera deben estar en igualdad de condiciones frente a la educación; considero que debemos ser también todos aquellos que jugamos así sea un pequeño papel en la educación y su entorno; empezando por el cambio en el papel de los profesores, quienes en vez de enseñar lo que ya saben, deben transmitir su escucha, su apertura y su inquietud a los estudiantes.

 

Así pues, considero que el tipo de educación que Jorge Larrosa nos propone no es del todo alejado de la realidad, necesitamos replantearnos la forma y rumbo que está tomando nuestro actual sistema educativo. Si, puede llegar a ser difícil alcanzarlo e implementarlo por el tipo de sociedad y pedagogía dominante actual en la que nos encontramos; pero, si logramos ver la lectura como algo que tiene que ver con aquello que nos hace ser lo que somos, esta propuesta puede llegar a convertirse en una realidad.

 

Daniela Garzón Gutiérrez


lunes, 22 de febrero de 2016

Texto 6 Ale Castaño



"La función del profesor es MANTENER VIVO 

un espacio en el que cada uno pueda 

encontrar su propia inquietud" Jorge 

Larrosa. (Aporte de Diana Álvarez) 


Pensar la lectura como formación, implica

 pensarla como un actividad que tiene que

 ver con la subjetividad del lector: no solo 

con lo que el lector sabe sino con lo que 

es.” Jorge Larrosa (Aporte de Alejandra 

Castaño)

martes, 16 de febrero de 2016

Larrosa  siempre hace referencia a la importancia que tiene el alumno en nuestra formación como maestros, para él quien nos hace como docentes son las experiencias vividas con nuestros estudiantes, también hace alusión a la importancia que tiene escuchar , ya que para él el que escucha está dispuesto a oír y recibir lo que no sabe;  Larrosa expresa una frase en una de sus conferencias que dice "la docencia es un lugar de experiencia si solo sí, la docencia es un lugar de vida" de acuerdo con lo anterior me identifico con el cuento El niño; este hace muestra  a dos tipos de maestros, aquellos que no dan la oportunidad a los estudiantes de expresar sus ideas, que no están dispuestos a aprender del alumno, simplemente se limita a dar una orden, y está el docente que permite que el estudiante se exprese; yo cuento con la fortuna de trabajar como docente de preescolar y este trabajo me permite aprender cada día más de los niños, porque son estos como dice Larrosa los que le dan vida a mi profesión. Es importante que como docentes estemos siempre dispuestos a aprender y dejar expresar ideas por parte de nuestros estudiantes.

UN NIÑO.

Érase una vez un niño que acudía por primera vez a la escuela. El niño era muy pequeñito y la escuela muy grande. Pero cuando el pequeño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz.

Una mañana, estando el pequeño en la escuela, su maestra dijo: Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.

Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de empezar, y ella esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores. ¡Qué bueno! - pensó el niño, - me gusta mucho dibujar flores, y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores.

Pero la maestra dijo: - Esperen, yo les enseñaré cómo, y dibujó una flor roja con un tallo verde. El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.

Otro día cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo: Hoy vamos a hacer algo con barro. ¡Qué bueno! pensó el niño, me gusta mucho el barro. Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros y comenzó a estirar su bola de barro.

Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de comenzar y luego esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar un plato. ¡Qué bueno! pensó el niño. A mí me gusta mucho hacer platos y comenzó a construir platos de distintas formas y tamaños.

Pero la maestra dijo: -Esperen, yo les enseñaré cómo y ella les enseñó a todos cómo hacer un profundo plato. -Aquí tienen, dijo la maestra, ahora pueden comenzar. El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. A él le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al de su maestra.

Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.

Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela. En su primer día de clase, la maestra dijo: Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer.

Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón. Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo: ¿No quieres empezar tu dibujo? Sí, dijo el pequeño ¿qué vamos a hacer? No sé hasta que tú no lo hagas, dijo la maestra. ¿Y cómo lo hago? - preguntó. Como tú quieras contestó. ¿Y de cualquier color? De cualquier color dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo? Yo no sé, dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde."

Helen Buckley

Sandra Paola Becerra

 


lunes, 15 de febrero de 2016

Huellas formación lectora Ale Castaño






Huellas Imborrables
Alejandra Castaño
Que emoción sentí al desarrollar este punto y poder retroceder a esos momentos tan irrepetibles, cuando la lectura y la escritura llego a mi vida, para mi fortuna fue en una escuela rural en el campo rodeado de naturaleza, animales y buenos amigos, aún recuerdo la voz de mi maestra Idali, una voz dulce, un tono suave, pero cuando la hacíamos enojar era un grito ensordecedor.
En ese instante tenía cuatro años de edad, aun no sabía leer pero mi profesora era nuestros ojos, ella leía por nosotros todas las tardes antes de ir a casa salíamos al patio sentados en el pasto nos leí algo, yo le preguntaba profesora a los cuantos años vamos aprender a leer para poder ayudarle, ella contestaba con su dulce voz no tengan afán todos los días ustedes están leyendo… ya saben leer.
Que confusión esa respuesta luego entendí que si el cielo estaba oscuro es porque iba a llover, ella me enseño que podíamos leer el mundo que nos rodeaba, sin embargo queríamos saber que decían esas letras que aparecían en el libro que ella nos prestaba para ver sus dibujos. Como agradecimiento dibujaba la historia que ella nos había leído para que se diera cuenta que si había entendido su lectura.
Recuerdo las combinaciones cuando inicie a juntar las vocales y consonante,  mi mamá me conto que en cada salida veía un letrero quería saber que decía.
Sin embargo esa emoción no duro mucho las otras profesora con la que continúe mis otros años, no eran tan emocionantes no volví a escuchar historias fascinantes solo repetíamos conocimientos aprendí de memoria muchas cosas, y me aleje de la lectura por completo.
Sin embargo hace poco tiempo inicie de nuevo la lectura por voluntad propia, y puedo decir que eso me lleva a mundos desconocidos, viajo, conozco mucha gente, culturas, esto no me hace una mejor persona pero si me hace comprender que soy afortunada del poder regalarme ese tiempo de lectura y que es solo mío.


viernes, 12 de febrero de 2016

HÁBITOS QUE DEFINIERON MI LECTURA Y ESCRITURA

HÁBITOS QUE DEFINIERON MI LECTURA Y ESCRITURA

 

Antes de empezar mi intervención en el blog acerca de escribir una “carta de cuaderno” quiero manifestarles la alegría que me dio al saber que mi punto para esta participación seria precisamente esta… realizar una carta de cuaderno como lo implementó este ingenioso maestro Kanamori en sus clases, pues nunca había tenido la oportunidad de relatar estos sentimientos a alguien más.

Viajando por medio de recuerdos me devuelvo a mis vivencias en el colegio, estoy hablando de hace aproximadamente 20 años, en los salones de un colegio inmenso, salones con las vocales pegadas en el tablero y el abecedario en todas sus paredes, murales pintados por nosotros mismos…infantes de 4 y 5 años de edad… ruidos, canciones, películas, cuadernos y una PARTICULAR MAESTRA, maestra que de verdad, llena de un carisma y generosidad impresionante, que tan solo en su rostro se veía, me enseñó mis primeros trazos. A lo largo de mi formación académica, tuve la fortuna de encontrarme con solo mujeres, profesoras de español y literatura, mujeres serias pero a su vez entregadas en el interés de enseñar a amar el arte de leer y sobre todo el de escribir a nosotros sus alumnos, a mí.

Parecido al video, en mi colegio llevábamos un diario que solo la profesora leía, me acuerdo que lo decoraba como yo quería, con los colores de esfero que más me gustaban, podía escribir de mis amores imposibles, de mis peleas familiares, de mis miedos y nunca recibí una objeción de aquellos sentimientos que dejaba plasmados en ese cuaderno por parte de mi profesora, por el contrario, encontré en ella una amiga más, indirectamente y a través de un diario que solo ella y yo leíamos… Luego en la secundaria se destinaban las dos primeras horas de clase para la lectura de lo que fuera, leí entonces novelas cortas, el manual de convivencia del colegio y hasta la constitución política  de 1991, cuando no tenía nada más que leer. Con todos estos hábitos adquiridos durante mi formación académica me deje encantar de la lectura y escritura tanto así, que los sábados y domingos me levantaba muy temprano a leer cualquier libro que estuviera en mi casa, tanto así que aun en mis momentos más tristes escribo para luego leerme a mí misma.

En fin, por todas aquellas vivencias considero que fui afortunada y por lo tanto quiero transmitir ese salpicón de sentimientos con el que me encuentro cada vez que escribo lo que quiero y dejo mi imaginación volar y cada vez que leo novelas y supongo una y mil veces más, ser yo la única protagonista, a los que vienes en generaciones detrás de mí.

 

Sandra Milena Ávila R.

 


martes, 9 de febrero de 2016

Texto de autor 1_DianaÁlvarez



¿Pensamos en los demás?
Por: Diana Álvarez Romero

La experiencia del maestro Toshiro Kanamori observada en el documental "Pensando en los demás" refleja la cotidianidad de un grupo de alumnos de básica primaria. Los procesos de lectura y escritura observados trascienden él aula y logran afectar de manera significativa la vida cada estudiante. 
El siguiente cuestionamiento fue hecho por un profesor entorno a dicho trabajo: "este documental muestra a un maestro en una situación distinta a la que nosotros los maestros en Colombia nos enfrentamos , pues es una situación ideal, en nuestras aulas tenemos muchos estudiantes, en una situaciones vulnerables, que es imposible lograr hacer este tipo de acciones y menos en cuanto se refiere a la formación con la lectura y la escritura. esto es imposible en nuestras aulas"

Esta afirmación permite observar a un maestro enfocado en establecer comparaciones un poco ligeras entorno a asuntos operativos y de infraestructura en la escuela. Sin embargo, nos permite preguntarnos ¿es esta la opinión generalizada de los maestros hoy activos en las aulas del país? 

Claramente como colombianos sabemos que se afrontan grandes dificultades a nivel educativo en diferentes frentes, pero ¿cuál debería ser el insumo para el maestro de básica primaria? ¿Tan sencillo es encontrar tantos "peros" para evadir la urgencia de construir procesos significativos capaces de afectar la vida de nuestros niños?. 

Jorge Larrosa afirma que "La función del profesor es MANTENER VIVO un espacio en el que cada uno pueda encontrar su propia inquietud"(1998). Claro, se requiere entonces de un maestro: capaz de transformar sus propias concepciones, capaz de reaprender con sus estudiantes, capaz de trascender la escuela; atendiendo a las emociones y situaciones que afrontan sus alumnos. Un maestro convencido de la importancia de la lectura y la escritura para la vida; no sólo para la escuela, "la lectura y la escritura de la experiencia" como enuncia Larrosa.