sábado, 28 de mayo de 2016

LA LECTURA EN VOZ ALTA POR PARTE DE LOS NIÑOS


Es bien sabido que en muchas instituciones educativas se promueven acciones en pro del desarrollo de habilidades lectoras. En la actualidad, la promoción de la lectura en voz alta hace parte de los programas educativos a nivel nacional. En consonancia,  la escuela busca favorecer esta iniciativa generando diversos momentos de lectura en el aula.


Recordemos los planteamientos de Clara Cuervo cuando señala que leer y escribir son experiencias corporales las cuales dejan huellas emocionales y sensoriales. Un niño, joven o adulto no solo lee para conocer el contenido del libro, lee porque en el ejercicio de lectura un sinnúmero de elementos se mezclan e impactan al lector no solo a través de la razón sino también de las emociones. Según Cuervo es desde la emoción que acercamos o no a los niños y niñas a la lectura y la escritura y por ende a la vida misma.


La lectura en voz alta entonces, resultaría ser una buena iniciativa colectiva para: escuchar la voz de otros, encontrar maneras diferentes relatar un libro, sentir lo que transmite quien lee, desarrollar empatías por la voz de tal o cual narrador, intentar leer para los demás también, explorar las posibilidades que la voz propia brinda, y un sinnúmero de opciones maravillosas de tal ejercicio posibilita. “la palabra oída ejerce una gran fascinación. La palabra y su tonalidad, su ritmo, los trazos afectivos que teje la voz, cuando es temperatura emocional, calma, consuelo, ternura, sensorialidad latente” Cuervo.


Ahora, ¿qué pasa cuando la intención se desdibuja y la lectura en voz alta se convierte en una imposición del adulto en el aula?. Encontramos entonces, niños reactivos a usar su voz, miedo a ser expuestos frente a otros, repulsión a la lectura misma y más. El siguiente texto lo escribió un joven en Diario de los escritores de la libertad: Querido diario: ... En quinto curso tuve una maestra que acostumbraba a llamarme holgazán delante de toda la clase. Siempre me escogía para leer delante de todos. Sabía que yo no era capaz de leer ni de hablar muy bien, y que cuando leo debo hacerlo muy lentamente. Todos se reían de mí y me trataban como a un tonto. Odiaba la escuela. Desde aquel año nunca he sido capaz de leer en voz alta y aún hoy me asusta la idea de que la gente se ría de mí y me llame estúpido.

Humberto Maturana (1998) señala que las emociones no son lo que corrientemente llamamos sentimientos. Desde el punto de vista biológico lo que connotamos cuando hablamos de emociones son disposiciones corporales dinámicas que definen los distintos dominios de acción en que nos movemos. (P. 16) Ese principio emocional es una disposición de mi cuerpo que abre o rechaza, avanza o retrocede, está dispuesto o niega. 


En este sentido, tal ejercicio de lectura en voz alta por parte de los niños, pretende que el estudiante aprenda a leer  a pesar del dolor físico o de las acciones crueles de burla, agresión, rechazo o menosprecio (Cuervo). Lastimosamente estas  acciones se dan, sobre todo, con las prácticas de lectura en voz alta y lastimosamente como muchas veces ocurre, buenas intensiones se transforman en actos excluyentes, impositivos y destructivos por causa de un mala dirección y acompañamiento de quién está liderando el flujo de las cosas.


Diana Álvarez Romero


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